viernes, 1 de enero de 2021

Novela: Las horas desbocadas, de Jairo Ramírez

El novel escritor Jairo Ramírez, comunicador social, periodista y Magister en Escrituras creativas de la Universidad Nacional de Colombia nos entrega en esta ocasión la novela Las horas desbocadas, una historia en veintidós secciones en que nos va narrando los recuerdos a los que se ve abocado un jefe guerrillero en las selvas del Guaviare, luego que recibe la noticia de que no le quedan sino unos pocos días de vida, a causa de una grave enfermedad.

El título de la obra hace honor a su contenido, desde que se comienza la lectura, los lectores nos vemos atrapados en una historia que corre, que marcha, que acelera el paso, que nos conduce hacia el final en muy poco tiempo. En un relato que va en primera persona Ramírez, nos lleva de la mano del personaje principal, Miguel, un jefe guerrillero que dirige un comando en la selva a orillas del rio Vaupés, y ahora, se encuentra convaleciente, delirante, aquejado por los recuerdos que van y vienen, unas veces es la infancia, otras Sandra su novia, otras el General Macario, otras su madre, recuerdos que van y vienen en el tiempo y el espacio. Se trata de recuerdos que surgen contra el reloj y de forma desbocada, casi sin horas para reflexionar. A lo anterior se une el diseño de la portada que revela la carrera contra el tiempo, contra la muerte.

La obra transcurre en dos lugares al mismo tiempo: un presente en la selva, con un prisionero y una amenaza permanente de combate o de ataque por parte de las fuerzas del Estado. Allí ocurre la visita, casi inverosímil de la madre, si inverosímil¡¡¡, si no es por un bombardeo que ocurre en el lugar. Al mismo tiempo, el delirio que produce la enfermedad y el hecho de saber que la muerte tiene una fecha, lleva al protagonista a una suerte de recuerdos sobre hechos que tuvieron lugar en el Tolima y en Bogotá. Esa escenografía cambia la tradición sobre la mayor parte de los estudios y los relatos novelescos acerca de la violencia en Colombia, en el sentido que la guerra reciente desde la década de los ochenta del siglo pasado, no es sólo un relato rural con afectación sobre los campesinos. Aquí la novela de Ramírez nos muestra una arista de la guerra Colombiana y es su ocurrencia en la ciudad, en la capital del país, en el centro del poder. Por lo tanto, para quien lee el escrito es claro que la guerra no es un asunto de campesinos y soldados, sino que involucra a todos los ciudadanos, a los colombianos. Al punto que la mayor parte del relato ocurre en la ciudad.

La novela trae unos recursos literarios que la hacen agradable y atractiva a la imaginación del lector. El autor toma elementos de la realidad de la guerra que se dramatizan como si fuera una ficción. Así es posible tener personajes no humanos, presencias inconcebibles como un hijo desconocido y una madre en medio de un combate, mudos que hacen bulla, o la adquisición de un ataúd antes de morir.

Finalmente, la historia de Ramírez nos trae una reflexión sobre la guerra colombiana, una reflexión sobre la inutilidad de la misma: Dice Miguel en sus últimas horas: “Cincuenta años de guerra sin ningún logro, era como si se hubiera  tirado cincuenta años en un andén a esperar que el tiempo pasara sin hacer nada. … Si durante cincuenta años más de treinta mil mujeres y hombres no habían podido contra los dioses del aire, del agua, de la luz, del petróleo, del oro y de los demás bienes de la tierra, salvo despertar su ira, a Miguel le parecía inútil gastar otros cincuenta años para aplacarlos.”(Ramírez, 228); “La guerra cansa, ni más faltaba.” (Ramírez, 22); o, “¿Acaso la guerra en la que él participaba, a fin de cuentas, no se había convertido en una sospechosa costumbre para los dos bandos?” (Ramírez, 222).

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