sábado, 6 de agosto de 2022

Colombia, por la senda hacia el populismo

https://www.polodemocratico.net/anuncio-jefe-de-debate-campana-petro-presidente/


Por: Juan Carlos Villamizar[1]                                                                   

El 7 de agosto de 2022 se posesiona el primer presidente popular en toda la historia de Colombia. Es un hecho que marca la derrota de las élites y el triunfo del pueblo. Por primera vez, las elites estarán en una posición de espectadores, algunos, rápidamente ya se han filtrado al nuevo gobierno para salir en la foto, otros en cambio, estarán desconcertados viendo desde sus casas, o, tal vez indiferentes, se irán a jugar golf, o se darán un paseo en sus caballos de paso, o en sus aviones privados, no faltará el que ya hizo sus maletas para ir una de sus propiedades en el exterior. El miedo al pueblo ha sido uno de los sentimientos que las elites colombianas siempre han albergado. Desde el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948, pasando por el acuerdo del Frente Nacional en 1958, el robo de las elecciones de Gustavo Rojas Pinilla el 19 de abril de 1970, las elites políticas colombianas han preferido la violencia como práctica política antes que ceder a los privilegios que ellos han conseguido por su monopolio en el ejercicio del poder. Esta vez, por sus errores, su falta de generosidad, su violencia, su falta de criterio para visualizar una sociedad más abierta, moderna, competitiva y en paz, y, por otro lado, la fuerza de la unión de los excluidos, no accederan al poder.

Los elegidos Gustavo Petro y Francia Márquez recibieron el beneplácito de los colombianos azotados por la violencia, desplazados, expoliados, empobrecidos: se trata de campesinos, indígenas, afrocolombianos, jóvenes maltratados y asesinados, madres sin sus hijos, sectores urbanos olvidados y abandonados a la suerte del neoliberalismo. Todos, inconformes con el sistema político fundado por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, los principales creadores de la Constitución autoritaria de 1886. Un régimen celosamente cuidado por las familias de expresidentes Ospina, Lleras, Pastrana, un sistema político que no ahorró esfuerzos por extremar el ejercicio de la política, con políticos como Laureano Gómez y Álvaro Uribe, y ahí por el medio Turbay Ayala.

Alfonso López Michelsen aceleró un proyecto de reformas ante el temor que generaba el gobierno de Lázaro Cárdenas en México. Este último, con su entrega masiva de tierras, la nacionalización del petróleo y el establecimiento de un régimen laboral estable puso a México en la ruta de ser un país moderno. Mediante el control de la prensa y la radio, las elites colombianas se cuidaron de que los ciudadanos no se enteraran de manera directa de lo que sucedió luego con los gobiernos de Getulio Vargas en Brasil y de Juan Domingo Perón en Argentina durante los años cuarenta y cincuenta, los cuales realizaron reformas similares a las de México. Luego durante el fatídico interregno del Frente Nacional (1958-1974) las estrategias mediáticas en contra la candidatura popular de Gustavo Rojas Pinilla, fueron muy variadas. Ya en el siglo XXI, el gobierno de derecha de Álvaro Uribe con su política antiterrorista creó un ambiente que alejó a los colombianos de gobiernos como los de Hugo Chávez en Venezuela, Luis Inacio Lula en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Nestor Kirschner en Argentina, Michele Bachelet en Chile, todos ellos, gobiernos populares, neo-populistas.

¿Llegó el populismo al poder en Colombia? Antes de responder, entendamos que el populismo es ese proceso de cambio entre un viejo régimen excluyente y opresivo por uno en que el pueblo es el protagonista, lo cual, conlleva un fuerte proceso de democratización del poder y de la riqueza. El populismo puede transitar por caminos muy diversos, hacia la revolución, hacia la derecha, hacia la izquierda, el camino que transite depende de la configuración política en que surja ese movimiento de cambio. El populismo ruso del siglo XIX condujo a la gran revolución rusa de 1917, el populismo brasileño de Vargas forjó un proyecto de izquierda y que tendrá sus reflejos en el gobierno de Lula, el populismo argentino de Perón fue conducido como un proyecto conservador-nacionalista. En los desarrollos del siglo XXI los populistas latinoamericanos han coincidido con proyectos de izquierda, en tanto, eran una respuesta a los proyectos neoliberales y autoritarios de derecha.

Lo primero que se constata es que la conformación del Pacto Histórico se realizó con partidos y movimientos políticos de base popular, sólo como ejemplo, se encuentra la Unión Patriótica, un partido surgido del primer acuerdo de paz entre las extintas FARC y las elites en 1984. Luego de perder cerca de 5000 militantes de forma violenta, resurge producto del último acuerdo de paz. Segundo, otra forma de constatar el sentido popular del Pacto Histórico es que sus mayores electores se encuentran en los municipios y departamentos más azotados por la violencia de los últimos treinta años: toda la zona del pacífico, la Costa Atlántica, el sur amazónico, la Orinoquia, los jóvenes y la población pobre de las principales ciudades capitales de Colombia. Tercero, el Pacto Histórico es la confluencia de múltiples sectores: indígenas que nunca habían gobernado desde que los conquistadores españoles les arrebataron su poder; campesinos sin tierra, despojada de forma violenta; afrodescendientes ignorados y violentados por cerca de cuatrocientos años; las madres que perdieron sus hijos y esposos en la guerra; las mujeres que hoy luchan por la igualdad y el reconocimiento; las personas con nuevas identidades LGTB+. Cuarto, las demandas de tales sectores son múltiples, empezando por la paz, la igualdad de derechos, la lucha por la disminución de la inequidad, y la demanda más urgente en el corto plazo, un ingreso mínimo vital para superar de forma rápida y decidida el hambre.

La configuración del populismo se completa con la existencia del líder, en este caso, dos, Gustavo Petro y Francia Márquez, una dupla luchadora, carismática y con un fuerte sentido de liderazgo. En los pocos días que han pasado desde la elección del 19 de junio, el presidente elegido ha nombrado para su gobierno a tres indígenas, a tres afrodescendientes, a una sobreviviente de la Unión Patriótica, a unas trabajadoras por la salud y el ambiente, a dos defensores de derechos humanos, a un gran luchador por la paz, a un economista heterodoxo dispuesto a poner como prioridad a la gente, antes que, al modelo económico, y vendrán otros más. Lejos está este grupo, de los gabinetes ministeriales del pasado conformados por representantes de las élites económicas, políticas y de familias aristocráticas e históricamente atornilladas al poder. Otro hecho complementa la escena populista, el periplo realizado por la vicepresidenta por el cono sur y sus visitas a los presidentes Gabriel Boric de Chile, Alberto Fernández de Argentina, Luis Arce y el expresidente Evo Morales de Bolivia, Luis Inacio Lula el candidato y expresidente de Brasil. Todos, lideres de izquierda y con una base popular de sus gobiernos.

Que se avance por la vía populista dependerá de los logros económicos, de la consolidación de la paz y la reducción de la inequidad social. Pero aún, sino se logrará todo el plan económico, político y social propuesto por el Pacto Histórico, lo hecho hasta ahora, es una manifestación popular que tiene un valor político y simbólico sin precedentes en la corta historia de Colombia, nuestro destino dependerá ahora de los resultados del gobierno que empieza el 7 de agosto de 2022.



[1] Profesor Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia.

La CEPAL y su influencia en el pensamiento económico en Colombia, 1948-1970

E l  libro, El pensamiento económico en Colombia. Construcción de un saber 1958-1970, editado en Bogotá, por la editorial de la...