Introducción
El informe de la Comisión Histórica del Conflicto
y sus Víctimas (CHCV) es el último de los diagnósticos globales realizados
acerca de la violencia en Colombia. Se trata del cuarto informe comisionado por
el Gobierno Nacional entre 1958 y 2015,[3] esta
vez, en el marco de las negociaciones de paz entre el Gobierno y la guerrilla
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El informe tuvo como
fin ser un “insumo fundamental para la comprensión de la complejidad del
conflicto”, … y, ser una fuente “para una futura comisión de la verdad.”[4] En
febrero de 2015 se dio a conocer el texto final compuesto por doce ensayos y
dos relatorías[5]. Se trata de un informe que contiene diversas
interpretaciones de la violencia en Colombia, que no busca una sola verdad y,
por lo tanto, plantea una diversidad de análisis que merecen ser examinados
para la mejor comprensión de nuestro pasado. De los diversos interrogantes que
surgen del informe, en este ensayo nos ocuparemos de uno en particular, a
saber, la periodización de la violencia durante los siglos XX y XXI.
La demarcación de
un periodo conlleva la conceptualización e interpretación del mismo. Aquí buscaremos
demostrar la hipótesis, que la violencia en Colombia ha sido continua y
estructural y, dadas esas dos características, se trata de una guerra civil
prolongada. Aceptar esta visión implica, igualmente, rechazar las posturas
acerca de las múltiples violencias, la discontinuidad de la guerra y que la
turbulencia política de los últimos treinta años es sólo producto de intereses
económicos individuales.
En esa línea, de
establecer una periodización de la violencia y su interpretación crítica, en
los siglos XX y XXI, en la historiografía reciente[6] se pueden identificar varias propuestas: La CHCV (2015),
compiló 12 coautorías con visible autonomía cada
una para definir los periodos. En unos casos, los periodos se delimitan desde
los años veinte, en otros desde los cincuenta, y en otros, desde los ochenta,
así mismo las explicaciones son diversas y con implicaciones distintas. Para unos
autores, la violencia es interpretada como una situación coyuntural y para otros,
es estructural. Con este informe se abrió un debate entre los que creen que el
conflicto interno es un asunto marginal y que debe ser tratado como un castigo
judicial, y entre los que sostienen que se trata de un asunto consustancial a
la historia política y social de Colombia.
Por su parte, el
Grupo de Memoria Histórica (GMH, 2013), en el informe Basta Ya. Colombia, Memorias de guerra y dignidad, estableció
cuatro periodos: 1) la violencia bipartidista a subversiva (1958-1982); 2) la expansión
de paramilitares y guerrillas con propagación del narcotráfico (1982-1996); 3) la
polarización de la confrontación (1996-2000); y, de negociaciones en medio del
conflicto (2005-2012). Conceptualmente, para el GMH se trata de una guerra
prolongada y degradada.[7]
Investigadores
independientes han hecho otras periodizaciones y conceptualizaciones: Reyes
(2009) se centra en el despojo de tierra desde la década de los ochenta y por
lo tanto, el conflicto agrario es el centro de la confrontación; Ramírez (2015)
destaca la existencia de varios intentos de pacto constitucional desde 1958
como una formula, siempre fracasada, de superar la violencia política; Guerrero
(2011) y Medina (2011), ambos intentan una propuesta de reescritura de la
historia política del siglo XX en Colombia, con base en una periodización
demarcada por acontecimientos de violencia crítica[8]; y,
Uribe López (2013) plantea un único periodo de confrontación violenta desde
1964 con la creación de las FARC hasta 2010, que lo lleva a definir el
conflicto como una guerra civil prolongada. Su definición se fundamenta en el
hecho que la confrontación generó más de mil muertos por año.
A
partir de las propuestas de GMH (2013) y de Uribe López (2013) se pueden delimitar
dos periodos: el bipartidista liberal-conservador (1945-1964), sobre lo cual
hay consenso en la historiografía. Está definido por el ejercicio de la
política por medio de la violencia entre las dos facciones de los partidos
tradicionales; y el que inicia con los ataques del Estado a las localidades de Marquetalia
(Tolima), Riochiquito (Cauca), el Pato y Guayabero (Huila) en 1964, que dio
origen al surgimiento de la lucha del gobierno con las FARC hasta las
negociaciones entre las dos partes en La Habana. Este ensayo se fundamenta en estos
dos periodos. En línea con nuestra hipótesis, los dos periodos cumplen con
características que revelan la continuidad de la problemática económica y
política, que conduce a un rasgo estructural y, en consecuencia, a la
prolongación de la guerra civil. Si bien, ha habido un cambio, referido al paso
de la lucha bipartidista a la lucha anti-subversiva, esa transformación no ha
modificado la estructura que conduce a la persistencia de la guerra. A continuación,
veremos la magnitud, las causas y la historiografía de la violencia para luego
concluir.
Ver Artículo completo en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/cienciapol/article/view/65251/66270
[1] Ensayo publicado en: Ciencia Politica., Volumen 12, Número 25, p. 173-192, 2018. ISSN electrónico 2389-7481. ISSN impreso 1909-230X.
[1] Ensayo publicado en: Ciencia Politica., Volumen 12, Número 25, p. 173-192, 2018. ISSN electrónico 2389-7481. ISSN impreso 1909-230X.
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