El RITO Y EL MITO EN LA RELIGIÓN
Los orígenes de la
religión griega siguen presentes en la actualidad de nuestras culturas, es lo
que puede concluirse del excelente libro de Walter Burket, Homo Necans. Interpretaciones de rito sacrificiales
y mitos de la antigua Grecia (M. J. Buzzi, Trans. 2 ed.). Barcelona: Acantilado.
El profesor emérito de la Universidad de Zurich, experto y estudioso de la
religión griega, Walter Burkert (1931-2015), nos ha entregado una obra en
segunda edición, en la cual, trata de una interpretación de los ritos
sacrificiales desde la existencia del hombre primitivo hasta el mundo de la
Grecia clásica. A continuación presentaremos sólo algunas definiciones que iremos complementando acerca de este libro maravilloso por lo erudito, atrayente y retador para el lector no especializado.
La perspectiva desde la cual Burkert hace sus análisis es la antropología,
la filología y el psicoanálisis freudiano. Estudia, entonces, como a partir de
la violencia y la agresividad el hombre ha creado los ritos y, posteriormente, los mitos que han construido las bases de las religiones modernas.
El hombre primitivo desarrolló una conciencia alrededor de la caza, una
practica de supervivencia que, con el tiempo, pasó a ser un acto ceremonial y
con ello creó las bases de los ritos y los mitos.
Burkert parte del concepto
biológico del rito, lo que le permite ahondar en la realidad de la religión. El
rito, es un esquema de comportamiento en el seno de una comunidad que produce y
promueve la conducta adecuada. La repetición y la exageración teatral son sus
dos principales características. “La conducta agresiva provoca una atención y
conmoción extremas; por eso, la representación de la agresión tiene un papel
destacado entre las formas expresivas de comunicación ritual. […] La repetición
produce el ritmo y, como los gestos van acompañados de señales acústicas,
surgen la música y la danza, otras formas primigenias de solidaridad humana,
las cuales no dejan de revelar que proceden de la situación de la tensión
agresiva, con lágrimas y golpes, agrupamientos y huidas”. (p. 52). El rito es
la actualización de la interacción social y la dramatización de
un orden existente. “El rito religioso tiene casi siempre el carácter de lo
grave: señala un peligro, provoca el miedo, agudiza la atención y aísla su
momento culminante de la corriente de la experiencia cotidiana, que fluye,
abigarrada, sin principio ni fin. Así, el proceso de aprendizaje deja en los
individuos una impronta indeleble. Lo que se inculca con mayor viveza es lo que
infunde temor, cosa que explica la gran importancia que tienen los ritos
agresivos.”(p. 56).
Por su parte el mito, sólo es posible a la capacidad específicamente
humana del habla, es una fase posterior a los ritos que, se remontan al mundo animal. Lo que caracteriza al
mito es su aptitud para ser repetido y contado y entraña una enorme
verosimilitud. “A pesar de todos los motivos fantásticos y paradójicos que
proporcionan al mito su inconfundible individualidad, sus temas tienen una
asombrosa constancia y, aunque a menudo resulten desfigurados, se repiten una y
otra vez. Por eso, la psicología profunda concibe los mitos como proyecciones
de determinadas estructuras psíquicas, como realizaciones de disposiciones
mentales innatas. Un punto de vista evolutivo consecuente debería postular
también esos arquetipos, una suerte de valles profundos del alma humana, fueron
creados por selección, en el marco de las formas de vida del hombre
paleolítico, y que, si fueron determinados por los rituales, éstos a su vez
debieron de dejar su impronta desde el principio de los patrones míticos.”(p.
65).
Estas definiciones son una muestra pequeña de la riqueza enorme que posee esta obra, por ella se transita desde las prácticas del hombre primitivo hasta las elaboraciones más sofisticadas de la cultura escrita del mundo griego clásico. Aquí se podrá observar como los dioses son creaciones humanas derivadas de los más profundo del inconsciente humano, donde la vida, la muerte, el sexo, la violencia y el instinto de supervivencia se hacen presentes en las celebraciones de los hombres desde el mundo el hombre primitivo al mundo del hombre que escribe la historia en papel. En consecuencia, al mismo tiempo que se caza y se mata para comer, se celebra en nombre de la criatura asesinada porque es la fuente de la vida para el hombre cazador.
Burkert nos cuenta acerca del intento por establecer la idea de dios, y remite a que es una idea fundada en la práctica de la caza, el sacrificio y los funerales. Fueron los mismos cazadores los que dieron origen a esa idea. El sacrificio y en él, el aseinato de la bestia se asocian luego al parricidio freudiano, según el cual, al mater al padre se está creando al dios.
De igual forma, una enseñanza que nos deja Burkert es que el moderno rito católico está lleno de toda una simbología que asocia, la muerte de Jesús crucificado por los romanos como un acto de "sacrificio por los hombres" y éstos a su vez, en compensación, reedifican cada día, con el rito de la misa, ese sacrificio de salvación, a través del acto de comulgar, en el cual, el sacerdote pronuncia las palabras: "el cuerpo de cristo".
Pero dejemos que sea el mismo autor el que nos diga lo que pasó con la Iglesia hegemónica surgida de Roma: "En la Voragine de la historia sólo han podido sobrevivir las organizaciones sociales fundadas sobre bases religiosas. Del Imperio Romano sólo quedó la Iglesia Romana. También en ésta, el centro lo sigue ocupando el sacrificio voluntario, inaudito, único, en el que la voluntad del padre se funde con la del hijo, un sacrificio repetido en el banquete sagrado, en el que los que confiesan su culpa son redimidos. Así nació un orden perdurable, el progreso de la cultura, aunque en este se haya conservado la violencia del ser humano. Todos los intentos de crear un hombre nuevo han fracasado hasta la fecha. Quizá en el futuro tengamos mejores posibilidades, siempre y cuando reconozcamos que somos como los hombres de antaño, que nuestra existencia está determinada por el pasado."(p. 139). Con esto termina el capitulo 1.
Burkert nos cuenta acerca del intento por establecer la idea de dios, y remite a que es una idea fundada en la práctica de la caza, el sacrificio y los funerales. Fueron los mismos cazadores los que dieron origen a esa idea. El sacrificio y en él, el aseinato de la bestia se asocian luego al parricidio freudiano, según el cual, al mater al padre se está creando al dios.
De igual forma, una enseñanza que nos deja Burkert es que el moderno rito católico está lleno de toda una simbología que asocia, la muerte de Jesús crucificado por los romanos como un acto de "sacrificio por los hombres" y éstos a su vez, en compensación, reedifican cada día, con el rito de la misa, ese sacrificio de salvación, a través del acto de comulgar, en el cual, el sacerdote pronuncia las palabras: "el cuerpo de cristo".
Pero dejemos que sea el mismo autor el que nos diga lo que pasó con la Iglesia hegemónica surgida de Roma: "En la Voragine de la historia sólo han podido sobrevivir las organizaciones sociales fundadas sobre bases religiosas. Del Imperio Romano sólo quedó la Iglesia Romana. También en ésta, el centro lo sigue ocupando el sacrificio voluntario, inaudito, único, en el que la voluntad del padre se funde con la del hijo, un sacrificio repetido en el banquete sagrado, en el que los que confiesan su culpa son redimidos. Así nació un orden perdurable, el progreso de la cultura, aunque en este se haya conservado la violencia del ser humano. Todos los intentos de crear un hombre nuevo han fracasado hasta la fecha. Quizá en el futuro tengamos mejores posibilidades, siempre y cuando reconozcamos que somos como los hombres de antaño, que nuestra existencia está determinada por el pasado."(p. 139). Con esto termina el capitulo 1.
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